El pan es como una mujer, primero hay que pensarla,
buscarla, tenerla, juntar todas sus partes, comenzar lentamente, con el correr
de los minutos ir agregando ingredientes. Una vez terminado, darle mucho amor
en su conjunto, amasar lentamente utilizando la delicadeza en las manos y en
cada movimiento, hasta que este “tierna”, “suave”, rendida a nuestro
entusiasmo. Con cariño le damos aquella forma que mas nos guste, siempre
respetando su voluntad. Luego de ello, tomándola en nuestras manos la llevamos
al calor para que el mismo termine de embellecerla… ¿no es maravilloso?
Saludos
del alma Adolfo Loyola.
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Copyright © 2012.
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