El placer de lo simple...

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martes, 2 de septiembre de 2014

BELLEZA DE SAN TELMO




Cuenta la historia que dos almas se encontraron una tarde en San Telmo. Se gustaron a primera vista. La noche propuso la magia y las primeras horas de la madrugada los encontró amándose hasta la llegada del amanecer, que se robo el amor y se lo llevó para siempre… El, juró no volver a enamorarse y ella lo permitió…
En esta historia ella le confesó cientos de cosas bellas. Le habló de sus gustos y que su plato preferido y su felicidad culinaria eran unas espinacas gratinadas con salsa blanca. El, que no es cocinero, preguntó como se hacen. Quien escribe, tomo su lugar y preparó este plato, llamado “Belleza de San Telmo” en honor a un profundo amor que duró solo hasta el amanecer…

Seria extremadamente fácil preparar unas ricas espinacas gratinadas con salsa blanca, pero este, es un caso especial y debe ser un plato exclusivo. Belleza de San Telmo se compone de la siguiente manera:



La Salsa blanca, fue preparada con leche en infusión con puerros, tomillo y nuez moscada para que no tiña ni manche la salsa. Se le adicionó mozzarella ahumada para darle ese maravilloso sabor en boca.
A las espinacas, tiernas y seleccionadas, levemente blanqueadas, cortadas a cuchillo, se le incorporaron cebollas confitadas en manteca clarificada y confitura de ajos, yemas frescas, gotas de vino chardonnay y pasta de fondo de vegetales, se le agregó una pequeña cantidad de tomillo y perejil. Por último queso parmesano estacionado rallado fino. Se realizaron quenelles y se tostaron levemente en aceite de nuez, luego se llevaron al horno espolvoreadas con queso hasta gratinar.

El touch de distinción viene de la mano de una jalea de zanahoria, a la cual se le agregó  jengibre y chile en pequeñas cantidades. Para darle ese corte punzante de sabores bien balanceados.
Termina de coronar este maravilloso plato, tomates cherry salteados en oliva a fuego muy alto para hacerles estallar el azúcar natural y hojas crocantes de perejil.



Suele suceder que la imaginación de sabores de un cocinero armonice como las notas pensantes de un músico, sabiendo que al momento de plasmar la obra siempre se realizan cambios de último momento. En este caso no paso nada de ello, es la primera vez en mi carrera donde la imaginación y lo concreto se realizaron a la perfección, sin cambiar detalle alguno logrando la excelencia, plasmando esa intensa historia en la combinación de ingredientes para disfrutar de este plato clásico, pero distinto, con ingredientes llenos de amor, hasta el amanecer…

Belleza de San Telmo, un plato que me pertenece, con una historia que no es mía…


Es mi deseo que lo disfruten, saludos del alma,
Adolfo Loyola

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